lunes, 9 de abril de 2012

La saga de Metal Gear Solid (y el final)

Lo que leerán a continuación, es producto mi propia inmadurez. O a como dirían los tiempos modernos, la enorme capacidad que aún tengo para hacer cosas de niños, portarme como niño, pero analizarlo todo desde mi adúltera... digo, adulta experiencia.

Los videojuegos. Y con ellos traigo al gran Solid Snake, creado por el japonés (DUH!) Hideo Kojima, en su capítulo final: Metal Gear Solid 4: Guns of the Patriots (MGS4).

Así se verá Tom Selleck cuando se deje de pintar el bigote.

Cada entrega de Metal Gear se ha caracterizado por su alto contenido narrativo, su riqueza audiovisual y por ser una cátedra de fusión entre cine y videojuegos. Se requiere una visión particular para hacerlas y en esto, Kojima se ha vuelto todo un maestro.

Aquí vemos a Kojima en su más exacerbada muestra de entusiasmo y euforia.

MGS4 Terminado. Esperé 6 años para poder disfrutarlo. Es una obra maestra del arte digital. Jamás imaginé ver una combinación tan limpia e ingeniosa de narrativa, lenguaje cinematográfico, fluidez, entretenimiento interactivo, analogías y alegorías.

Hacer este análisis del juego, no es diferente de analizar una obra de arte, o un buen texto literario. Hay estética y hay significado. Hay códigos, hay símbolos, hay un texto, un subtexto y un enorme metatexto. Hay un uso expresivo de cada una de sus partes, desde el botón para caminar, hasta la proyección del creador (Hideo Kojima) dentro de la trama global.

Por fortuna, sus personajes muestran un poco más de emoción que él.

Sé que muy pocos realmente entenderán porqué disfruté tanto esta experiencia. Pero más allá de un producto de botones y de buenas imágenes, he aquí un "sólido" argumento de porqué los videojuegos pueden ser ARTE.

Cómo me hubiese gustado que la última temporada de Lost hubiese sido escrita por Kojima. Un eterno fanático del cine y de los comics, que sabe cómo confundirte, lanzarte preguntas, promesas y pistas... y luego cerrar cada interrogante con un final impredecible y a la vez inevitable.

Una saga excepcional, con una perfecta conclusión.


@Zambranitis

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