lunes, 22 de diciembre de 2014

El origen de la Navidad, más allá de cualquier creencia...



Supongamos que hoy en las noticias nos avisan de que un asteroide chocará con la Tierra en 3 meses. Los científicos no saben si moriremos todos, una parte de nosotros, o si solamente chocará contra los estudios donde hacen Barney el Dinosaurio.
Y la fecha quedaría como festividad mundial.
Lo que sí sabríamos es que el impacto es inminente y que es muy probable que alguna parte de nuestro planeta sea destruida. ¿Cómo reaccionaríamos al saber que no hay más que hacer que esperar a ver qué pasa?

Aparte del pánico mundial, estoy casi seguro de que nos prepararíamos de la mejor manera posible, nos rodearíamos de la gente que más queremos y tiraríamos la casa por la ventana en pura fiesta! Lo haríamos porque sabríamos de que esta podría ser nuestra última oportunidad. Y aquí viene la razón de la Navidad.

Ya les explico.

En esta época del año, las redes sociales se llenan de mensajes alusivos al fin de año. Mis amigos católicos con publicaciones sobre Cristo, mis amigos ateos con publicaciones sobre la adoración al sol o la cantidad de creencias pre-cristianas que comparten esta misma fecha como celebración.

Pero el verdadero origen de esta fiesta es ajeno a cualquier creencia, o probablemente está metido en todas, qué sé yo. Pero es maravilloso, sagrado y está muy dentro de nuestro código genético. No sé si fue colocado ahí ya sea por Dios o por la evolución, pero hay suficiente magia aquí para todo el mundo!

Es difícil comprender porqué Navidad significa tanto si no se entiende el contexto. Y este contexto, que comenzó muchísimo antes de la Cristianidad, es que en el mes de Diciembre comienza el invierno en todo el Hemisferio Norte. Y durante la mayor parte de la historia del ser humano, el invierno significaba que un montón de nosotros íbamos a morir.

Hoy en día estamos tan ajenos a la idea de morir por el invierno, que en el norte esa época no significa nada más que un poco de frío, calles resbalosas y repeticiones de películas en la TV que estamos hartos de ver.
Si la ponen una vez más, les juro que...
Pero para nuestros antepasados, el invierno significaba una época muy dura. Apenas tenían comida para la temporada, se sabía que la gente mayor de edad o la enferma muy probablemente no iba a sobrevivir. Y cuando caían temperaturas extremas o nevadas fuertes, NADIE sobrevivía. Todos los años, la gente veía las plantas cambiar a colores oscuros, marchitarse, seguido de una terrible oscuridad por las noches y un frío que amenazaba con tragarte completamente a vos y a todos tus seres queridos.

Cada año, el invierno llega en un día corto, seguido por LA NOCHE MAS LARGA DEL AÑO (el Solsticio de Invierno) y desde siempre, los seres humanos hemos celebrado esa fecha con comida, fiestas, colores y festines! En esa noche tan larga antes del mini-apocalipsis de frío, en todos los lugares se veían hogueras, música, bailes y banquetes. Se mataba una parte del ganado (para no tener que alimentarlo durante todo el invierno), los familiares se visitaban y las bebidas fluían. Artículos preciados eran usados para decorar o eran regalados, todo para hacerse feliz una posible última vez.

Estas celebraciones recibieron muchos nombres a lo largo de miles de años y todos lo hacían a su manera. Pero el mensaje siempre fue el mismo: "Aguantamos un año más y muchos de nosotros no veremos la primavera, así que ocupemos estos días para recordarnos unos a otros que nos queremos y que la humanidad es importante."

Toda nuestra especie ha pasado el 99.99% de su existencia como víctima de la naturaleza, recibiendo feroces ataques y peligros desde siempre.
Vení chiquito, no tengás miedo que yo no muerdo.

Pero entonces ¿Cuál es el significado de la Navidad? ¿Recordar alegremente que nuestros ancestros caían muertos por culpa de la madre naturaleza?

¡No!
La Navidad no es mágica por lo que fue, o por donde vino. Sino por lo que aún es.

O sea, las redes sociales en esta época también se llenan de gente que medio bromea sobre visitar a la familia y tener que "aguantarlos" en estas fechas. Gente que solo ven una vez al año y con la que no tienen nada en común y con quienes con costo hablan. Para muchos, esto resulta muy corriente, una festividad que significa regalos para los niños y para los adultos significa viajar, comprar y tratar de recordar el nombre de la nueva esposa de tu primo mientras los dos conversan incómodamente acerca de Donald Trump. Pero esto lo vemos así porque se nos ha olvidado esa antigua e indiscutible verdad: Esta puede ser la última vez que veremos esos rostros.

Y eso aún no ha cambiado.

Muchos viajaremos para ver a nuestros abuelos, nuestros padres o hermanos... por última vez. Por supuesto, uno no sabe que es la última vez, si uno lo supiera, haría las cosas de forma diferente. Trataríamos de estirar esos momentos en vez de pasar el tiempo buscando formas de terminar conversaciones incómodas. Pasaríamos más tiempo sacando a la luz viejos recuerdos y riéndonos acerca de disparates en el pasado. Le quitaríamos importancia a los regalos y al presupuesto y más a cómo pasar este preciado tiempo que nos queda. Hace algún tiempo, no necesitábamos que nadie nos recordara que la vida es corta, pues la fecha misma nos lo recordaba. El abrazo a tus familiares era más apretado y cálido de lo normal, porque sabíamos que "El invierno se acercaba."

La Navidad significaba todo esto muchísimo antes de llamarle Navidad, mucho antes del nacimiento de Cristo, mucho antes de que pudiésemos escribir o dibujar en piedras.

En ese entonces, si el sol no calentaba tu plantación, tenías que ver a tus hijos morir de hambre lentamente. Así que te ponías de rodillas y rogabas al sol por más calor. Rogabas por que cayera lluvia, que la plaga no afectara a tu familia, que el invierno se fuese lo más pronto posible ese año. En aquella época, no teníamos ninguna noción sobre tener control del universo, todo lo que podíamos hacer era implorar piedad al cielo. Y al no recibir una respuesta inmediata a nuestras peticiones, nos reuníamos alrededor del fuego, comíamos deliciosamente, cantábamos y compartíamos. Porque mientras esperábamos que el cielo gris diera su veredicto, lo único que nos quedaba era nuestro calor y nuestra generosidad.

Eso fue hace mucho tiempo. Hoy en día, se nos olvida lo frágiles que seguimos siendo. Estadísticamente hablando, 4 de cada 1000 personas que lean este artículo, no estarán con nosotros el próximo año. Y no digo esto para que vean de forma pesimista a la Navidad, como un último adiós antes de morirnos... más bien, miren a su alrededor! Tendrán la oportunidad de sentarse a comer frente a unos niños que ya pronto no serán tan niños. Abuelos que ya pronto no estarán con nosotros.

No habrá otra Navidad exactamente como esta y el tiempo pasará, la gente cambiará y algún día, nuestras memorias más preciadas serán cosas que, en el momento que las vivimos, no fueron para nosotros más que acontecimientos insignificantes. Y a veces las personas que más significarán para nosotros, son a quienes peor hemos tratado, o a quienes más pasamos por alto.

Así que si van a estar con sus familiares y amigos en esta época del año, no importa cómo le llamen a las fiestas mientras las celebren con esta idea en la cabeza:

No tendrán muchos momentos como este, así que hagan que valga, que cuente.

Amén, mi broder!


@Zambranitis

5 comentarios:

  1. Realmente nosotros los humanos tenemos tan pocos momentos de reflexión que cuando los llegamos los llegamos a tener nos tocan la conciencia, gracias Ricardo por esta nota �� creo como vos que deberíamos disfrutar más de este tiempo en familia antes de que sea tarde, el hubiera no existe, feliz navidad!

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  2. No me hiciste reflexionar, usas mucho el sarcasmo, eres muy católico y seguiré con mi objetivó

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  3. Sabes que la trivialidad entre la vida y la muerte es innecesaria por que igualmente todos vamos a morir algun dia.

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    1. Cuál es el motivo por el que comentas en este tema entonces?

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