lunes, 12 de diciembre de 2016

Experimentos sobre el comportamiento humano - Parte 1



Siguiendo la hermosa tradición de analizar el comportamiento humano y deprimirme por el futuro de la civilización, haré una serie de artículos sobre experimentos en humanos que, además de dar conclusiones escalofriantes, demuestran que si seguimos así, nos vamos a extinguir pronto.

No estoy hablando de psicópatas, sociópatas o criminales, sino de gente como vos y yo, que aunque no lo queramos admitir, somos capaces de cosas terribles! Ánimo, que esto va a estar buenísimo!

EL EXPERIMENTO DE CONFORMISMO ASCH (1951)


Solomon Asch quiso hacer un experimento para analizar el poder que tiene el conformismo en los humanos.

A los sujetos se les dijo que participarían en un examen de análisis visual junto con otras personas. A los participantes se les mostraron imágenes y se les hacía preguntas que cada uno contestaba individualmente, con la posibilidad de ver lo que contestaban los demás.

Aquí el truco fue que en el experimento, el sujeto no sabía que todos los demás participantes eran parte del equipo que creó el experimento (o sea, eran actores haciéndose pasar por participantes). Y la idea era que todos dieran respuestas muy equivocadas, para ver cómo contestaba el sujeto en cuestión.

No eran preguntas sobre física cuántica de cálculo astronómico, eran preguntas como decir cuál de las tres líneas de la derecha es del mismo tamaño que la izquierda:

La única manera de responder mal una pregunta así es si agarraste dos láminas de LSD esa mañana y te las untaste directo en los ojos (lo cual hubiese sido otro tipo de experimento más interesante, pero eso no importa ahorita).

¿Qué hizo el verdadero sujeto al ver las respuestas equivocadas de todos los demás? ¿Se mantuvo firme en su respuesta, la que era obviamente correcta?

En el 33% de los casos, los participantes reales contestaban erróneamente al ver que las respuesta de los demás era diferente a la correcta. Eso es 1/3 del total. En otras palabras, aunque sabían la respuesta correcta, cuando vieron que todos los demás contestaron diferente, pusieron en duda su propia respuesta y en un tercio de los casos la cambiaron. Esto no les parecerá gran cosa, pero imaginen ustedes cuando las preguntas o cuestiones en la vida son más complejas, o cuando el tema es más delicado.

Muchos nos reímos con el grupo inclusive cuando no entendemos el chiste, y a veces dudamos de nuestra propia opinión cuando nadie más en el grupo está de acuerdo. Claro, no todos y no siempre, pero sucede.

Tomen muy en cuenta que este 33% de personas es capaz de tomar una decisión equivocada cuando ven que los demás están haciendo lo mismo, aún sabiendo que los demás están equivocados. Pueden ser médicos atendiendo su caso, pueden ser profesores enseñándole a sus hijos acerca de un tema importante o sensible, pueden ser sus mismos hijos que al aprender algo bueno en casa, terminan siguiendo lo que su entorno social les presenta. La influencia y presión social no se debe subestimar ni en las personas más seguras de sí mismas.

Muchos de ustedes dirán: "Que bueno que yo soy un rebelde que no sigue las tendencias de psicología de masas". Otros dicen: "Yo soy diferente. Yo no soy parte del pensamiento colectivo del establishment, yo soy un revolucionario."
Si, somos diferentes.

O también: "¿Sabés que? Debemos rebelarnos contra esa mentalidad de ovejas. Vamos a las calles a protestar contra eso."
¡¡¡Somos difereeeeeenteeeees!!!

¿La solución? Hay muchas cosas en nuestra vida actual que nos hacen ser conformistas. El pensamiento tribalista es una de ellas. Sentir que pertenecemos a algo. Un partido político, una congregación, fanáticos de un equipo deportivo, hay mil ejemplos. Esto nos hace adaptar nuestro pensamiento a un pensamiento colectivo. "Cuando mi bando hace algo, está bien, pero cuando el otro equipo lo hace, está mal."

Esto no es peligroso en algunos casos, pero hay ejemplos de gente que se deja influenciar por una ideología común y se prestan a cosas que, sabiendo que son incorrectas, las hacen igual.
Uno de los mil ejemplos.


Lo verdaderamente peligroso es cuando uno termina por abandonar su propia opinión y convencerse de la otra. Y según las probabilidades, un tercio de las personas que conocen son capaces de hacer eso. Aquí les regalo un video con subtítulos en español sobre el experimento.


Alentador, ¿verdad?

Pronto estará disponible el segundo artículo: "El Buen Samaritano", un experimento que analiza si las convicciones religiosas influyen o no en el sentido de ayuda de cada persona.

@Zambranitis
Ricardo Zambrana

1 comentario:

  1. No soy estudiante de sicología ni nada por el estilo, pero me resulta bastante interesantes estos temas. Me impactó bastante este estudio en particular porque me siento totalmente identificado con ese porcentaje de personas que tiende a no contradecir la multitud. De ahora en adelante trataré de ser diferente.
    Gracias por esta entrada.

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