jueves, 18 de mayo de 2017

Crónica de una victoria anunciada...




No quiero sonar como la primera persona que ha visto un juego de fútbol en un estadio. Obvio que no. Pero sí quiero sonar como alguien que lo ha visto por primera vez. Quienes lo han experimentado antes, saben que el ambiente lo es TODO. Los gritos del público, las palabras fuertes, el nervio colectivo, la celebración en coro, la falta de desodorante… el retumbe del sonido de gol y el silencio sepulcral de los goles en contra. 


Yo SI me puse desodorante!!!

Pero me estoy adelantando un poco.

Olvidémonos por un momento sobre quién es mejor, ¿Ronaldo o Messi? ¿Keylor o Ter Stegen? ¿Luis Enrique el entrenador o Luis Enrique el salsero? (los viven confundiendo en Twitter).

Mejor hagámonos preguntas así: ¿Cómo les caería manejar 30 veces ida y vuelta desde Managua hasta San Juan del Sur? ¿O caminar durante 2 meses y medio sin parar?

Bueno, si hicieran eso, recorrerían los 8,500 kilómetros que hay entre Managua y Madrid. Brincarse el Atlántico no es algo de todos los días y cuando se hace hay que aprovecharlo. Tanto para latinoamericanos como para europeos, lo que se encuentran al otro lado del charco suele significar una revelación. Un descubrimiento. Una aventura.



Llegué a Madrid y recibí a los invitados de Victoria Frost.
Luis, el que ganó la promoción con sus tapitas de cerveza y sus dos primos. Yo soy el de la patineta al fondo!
Tengo una idea en mi cabeza de cómo debió ser la invitación:
Supongo que después de 15 intentos, logró convencerlo de que no era broma.

Pues la ciudad la disfrutamos completamente. Madrid, además de ser una ciudad bellísima, es sumamente viva. Hay actividad en todas partes, luces, caminos atractivos, parques, monumentos. Bares, tapas, cañas, tintos de verano y cualquier cantidad de jamones y aceitunas por doquier.

Al llegar el día del juego, pensé que la entrada sería un poco más complicada. O sea, es verdad que había 80 mil almas afuera del estadio y nos tomó 20 minutos caminar hasta la calle paralela. 


Es como si el tráfico de carretera a Masaya tomó forma humana.

Pero la seguridad y el orden es impecable. Una vez en la puerta, la entrada fue sumamente fácil. Uno no camina ni 10 metros después de la entrada cuando ya tiene la cancha y los asientos en frente. 

¿Qué se siente? Pues es difícil de explicar. Hay una cierta belleza irreal en los colores de una cancha y las luces que la alumbran. Me sucede al ver cualquier deporte en cualquier estadio. Pero aquí se multiplica. Hay un cierto estupor, una mezcla entre ansiedad y euforia, algo que es lo suficientemente hermoso como para quedarse maravillado, pero también lo suficientemente intimidante como para que te tiemblen un poco los pies. Tal vez es algo que sólo a mi me pasa. No lo sé, mi terapeuta está de vacaciones.


¿Y entonces, mae?

Tener a tus jugadores favoritos tan de cerca no es algo que tu cerebro pueda procesar con facilidad. No hablo solamente de los nervios que uno siente de estar en semejante lugar y presenciar semejante partido. No es eso. Me refiero más bien al hecho de que esa persona, ese Lio, Cristiano, Karim, Andrés, Marcelo, Piqué que vemos con frecuencia en las pantallas, de pronto cobran vida en carne y hueso. En la tele vemos sus rostros de cerca y las expresiones que el director de cámara escoge. Pero estando ahí, uno elige lo que quiere ver.

Claro, lo más natural es que uno siga al balón. Pero hay una atmósfera que la televisión no puede capturar y que solo se puede disfrutar estando presente. Generalmente cuando un jugador hace un remate muy cerca del arco, la televisión enfoca el rostro frustrado del que patea. En el caso de Cristiano hace una pose dramática como de telenovela.


Ahhh! Mi dedo del pie pegó con la esquina de la mesa!!!

En el caso de Messi hace una cara de póker como si se asusta cada vez que falla.
Cuando metés la mano en el bolsillo y no sentís el celular.


Pero cuando estás ahí, apenas sucede el remate, tu mirada no se dirige a los jugadores, sino al público. Tus oídos escuchan rugir el “uuuuffff”. Y en vez de conectar con el jugador, conectás con los hinchas. Con la gente que vino a vivir lo mismo que vos. ¿Alguna vez en una multitud has celebrado un gol y abrazado a un completo extraño? Yo sí, la fanaticada hace eso.

Ser fanático y ver a tu equipo jugar es una experiencia colectiva. Sino, piensen cuando ven los partidos solitos en su casa por la tele y comparen cuando los ven en algún local lleno con todos los fanáticos posibles. Esa conexión estimula el alma y hace que la experiencia sea única.

No sé si se dieron cuenta, pero luego de empatar dramáticamente el partido en su recta final, el Real Madrid lo perdió por un gol de Messi literalmente en el último minuto del tiempo de compensación. Para los Barcelonistas fue la gloria completa, para los Madridistas fue un duro golpe a la ilusión. 




Uno pensaría que los fanáticos del Madrid que fueron a ver el partido terminaron decepcionados. Pero nada esta más lejos de la verdad. El partido fue emocionante e histórico y la parte histórica fue gracias a ese último gol. YO lo sufrí, pero agradezco ese gol porque le dio un valor único al partido.

Además, saber que uno presenció a los dos mejores goleadores del mundo y que fue testigo de dos de los mejores porteros de los últimos años lucirse y parar goles como contratados (bueno, para eso los contratan)… fue algo sublime y nadie ahí presente lamenta haber participado de algo tan grande a nivel deportivo. 


Me tocó tener a Messi ahí cuando mostró la camisa. Pueden a los defensas del Madrid y a Keylor claramente desilusionados. Fue lindo y triste a la vez.


Y por supuesto, luego de experimentar un clásico, los partidos en la tele se disfrutan muchísimo más. Pues la sensación de “take me back” te hace revivir el ambiente, los sonidos y la experiencia.
Muchas gracias a Victoria Frost por permitirme documentar la experiencia y por cumplir el sueño de los verdaderos fans.

Y con cariño, un GIF protagonizado por la que me acompañó durante el viaje!!!

1 comentario:

  1. Broder me cuadra :) bendiciones y saludos ^.^
    Pd: saludame mañana en primera hora

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